Por: CAAAP
11:45 | 28 de diciembre de 2020.- Cuentan que las raras veces en que Anelice Cáceres Patiachi lloraba de bebé, aparecía la lluvia. Como si la estuviera llamando, la mañana siguiente a su llanto, las precipitaciones llegaban incesantes a Puerto Luz, su comunidad, en la región Madre de Dios. Es por eso que Guadalupe, su abuela materna, la apodó ‘Ewisu’. Así se denomina en idioma Harakbut a los insectos negros que aparecen en la selva para anunciar la llegada de las lluvias. Llegan, en pocos minutos, por millares. Y es, bajo ese seudónimo, que hace unas semanas Anelice, a sus 12 años, participó del Concurso Nacional Narrativa y Ensayo José María Arguedas. Concursó en la categoría de fábula. Y ganó el primer lugar.
Imaginó y plasmó diferentes personajes. La taricaya, el tapir, la lechuza, el águila… Y con ellos creó una historia a la que tituló ‘La hazaña de Pësä’. Para eso se inspiró en los cuentos que sus abuelos le contaban de pequeña. Y es que, a muy temprana edad, Anelice asimiló como parte de su ser las costumbres y tradiciones de su pueblo Harakbut. Precisamente, la moraleja de su fábula destaca lo que a su corta edad ella aplica a la perfección: Uno no debe avergonzarse de sus orígenes y habilidades, ni aparentar lo que no es.
A través de sus relatos y dibujos, de presentaciones en clase y actividades escolares, Anelice destaca por ser una niña que continúa cultivando su cultura, y que está dispuesta a transmitir las costumbres ancestrales de su comunidad a los demás. Es, también, un ejemplo para las demás niñas de su edad de lo que significa revalorar la identidad propia. Así lo cuenta su profesora del sexto grado de Primaria del Colegio Santa Rosa de Puerto Maldonado, Maritza Arguedas: “Ella está orgullosa de transmitir su cultura. Yo la veo como una futura escritora, una protectora de las costumbres ancestrales de las comunidades indígenas”.
Desde los seis años Anelice participa de concursos de escritura y dibujo. El primero en que obtuvo premio, en el 2015, estaba convocado por un restaurante de chifa y se llamaba ‘Ilustra un Cuento Chino’. Ahora, deseaba con ansías pasar al quinto grado para postular al Concurso Nacional de narración José María Arguedas, pues el escritor indigenista es su autor favorito. Pero no todas han sido victorias para Anelice. No siempre gana, y lo entiende. Y lejos de venirse abajo, busca retos nuevos. El año pasado presentó por primera vez una fábula, y si bien no ganó, logró viajar hasta Lima para concursar en una de las etapas finales. Es todavía muy joven, pero tiene claro que el esfuerzo y perseverancia serán sus compañeros de vida. “Quiero llegar, cuando sea grande, a transmitir todo lo que mis abuelos me enseñan para que no todo lo que sé quede en mí”, comenta.
Anelice, junto a la pintura que expuso meses atrás junto a otros artistas Harakbut en Puerto Maldonado. Foto: GOREMAD
Una gran fuerte inspiración para que Anelice se esmere en llevar un pedazo de su cultura a los concursos regionales y nacionales, es su mamá, Yesica Patiachi, maestra y lideresa indígena del pueblo Harakbut. Por ella siente una gran admiración. Al igual que su mamá, la niña rescata en sus escritos y pinturas la cosmovisión harakbut, y la importancia de los bosques y los animales para la existencia de la tierra y la vida. De hecho, participa activamente del grupo de pintores del pueblo Harakbut que se viene consolidando en Puerto Maldonado y sus pinturas han sido expuestas a nivel regional.
Obras y escritos con los que Anelice no solo quiere rescatar la memoria del pueblo Harakbut, sino también denunciar las amenazas e injusticias que acechan a las comunidades y al bosque. Tiene claro que, si bien hay personas que necesitan trabajar y generar ingresos, las actividades ilegales y sin control están destruyendo el hogar de muchas especies y personas. “Aquí hay un montón de animales que viven, plantas, riquezas culturales”, menciona, “todo esto que hacen contaminando el agua y talando los árboles, afecta mucho a la comunidad”.