Misioneros y misioneras dominicos alertan de la necesidad de abordar e intervenir convenientemente ante la situación generada luego del enfrentamiento entre indígenas nahuas e indígenas desconocidos y niegan su participación en contactos forzados de pueblos en aislamiento.
En el mes de agosto del presente año, una canoa tripulada por comuneros de Villa Sepahua -distrito de Sepahua, provincia de Atalaya, departamento Ucayali- fue atacada por indígenas desconocidos en un punto cercano a la Comunidad Nativa de Sepahua, zona por donde transitan frecuentemente cazadores, pescadores, madereros y, de manera esporádica, turistas. Tres meses después, a orillas de río Mishahua (límite entre los departamentos de Ucayali y Cusco), a hora y media de surcada de la Comunidad Nativa de Santa Rosa de Serjali, poblada por nativos de etnia nahua, se ha vivido un episodio de encuentro violento entre nativos desconocidos y hombres del pueblo nahua. Los misioneros y misioneras dominicos del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, quienes acompañamos a estos pueblos en su día a día, previo análisis de los hechos acontecidos, comunicamos a la opinión pública:
Acontecimientos
1. El día cuatro de agosto de 2016 una canoa con tripulación de Sepahua que transportaba a una pareja de turistas fue atacada sorpresivamente por nativos desconocidos, en un punto estratégico del río desde donde se controla el paso fluvial. Fruto de ello, la Sra. Iosune Ávila fue herida en su pierna por el impacto de una flecha. Esta noticia fue difundida por Radio Sepahua.
2. El 1 de noviembre de 2016 un grupo de hombres de la Comunidad Nativa de Santa Rosa de Serjali surca el río Mishahua para pescar y cazar. A una distancia de hora y media río arriba, detectan la presencia de nativos desconocidos y regresan de inmediato a su comunidad para avisar a sus paisanos. Manifiestan la presencia de mujeres y niños.
3. Ante esto, el Sr. José Dispupidiwa, curaca de este pueblo nahua, organiza una expedición con el objetivo de entablar relación con el grupo de desconocidos de forma pacífica. Pero esta visita fracasa al recibir un ataque con flechas en el que resultó herido el Sr. Jairo Raya, de la etnia nahua.
4. Tras la llegada del primer herido al promediar las 6.30 pm del jueves 3 de noviembre de 2016 hasta la comunidad de Santa Rosa de Serjali, un grupo de jóvenes nahuas un tanto exaltados y confiados en la superioridad de pertrechos, deciden surcar nuevamente el río Mishahua con el objetivo de tomar represalias, provocando un enfrentamiento de consecuencias lamentables, con muertos y heridos de ambos lados. Luego de ello, el viernes 4 de noviembre al promediar las 4.00 pm llega hasta la posta de Santa Rosa de Serjali el segundo herido, también por arma de flecha, el Sr. Ernesto Rutude. Horas antes se había confirmado el fallecimiento de Teodoro Tomo, según informan desde la comunidad, como consecuencia de un disparo realizado accidentalmente por sus propios paisanos nahuas.
Algunos datos
Tanto en los acontecimientos del mes de agosto como en los recientes, no se ha logrado esclarecer la identidad del grupo étnico que vive en aislamiento, y todo parece indicar que pueda tratarse de miembros del grupo llamado mashcopiro o del llamado chitonahua.
En ambos casos, los encuentros han ocurrido en espacios de uso habitual de las comunidades nativas establecidas (Sepahua y Santa Rosa de Serjali), relativamente cercanos a las mismas. Además, se trata de ataques similares, es decir, aprovechando un lugar alto donde se domina el río y desde el que se puedan disparar flechas asegurando la defensa.
Según los reportes dados por la comunidad, en el caso del grupo que se ha enfrentado con los nahuas, se ha detectado la presencia de ollas y machetes de apreciable calidad y, como dato a valorar, de procedencia brasileira, además de cuchillos y otros. También se ha reportado que no poseen armas de fuego.
El grupo de los desconocidos parece numeroso, pues los nahuas contaron 24 masputes o chozas muy elementales, propias de población nómada amazónica. Estimaron un grupo formado por unas 60 u 80 personas.
Análisis
Cabe pensar que el motivo de su visita a ese lugar tenía que ver con la pesca. Sin embargo, su presencia en la zona es relativamente novedosa, pues los nahuas no reportan avistamientos con anterioridad en esa zona que sí es muy transitada por ellos, por ser rica en pescado.
La forma de ataque tanto en el río Sepahua como en el Mishahua presenta similitudes, por lo que puede presumirse que se trataría del mismo grupo. Pensamos que estos desconocidos puedan estar siendo maltratados en diferentes lugares y buscan un punto donde asentarse, y estén huyendo buscando un lugar de asentamiento. Posibles malas experiencias y el miedo, les empujan a la necesidad de autodefensa con violencia.
Creemos que estos grupos tienen experiencia del contacto con la cultura occidental, a juzgar por los utensilios metálicos como ollas y machetes de origen brasilero que reportan los comuneros de Serjali. Este contacto ha podido ser con pueblos originarios del Purús o del Madre de Dios, o con otros agentes que operan en el interior del bosque.
Sus refugios, ‘masputes’ (chozas simples y elementales), así como su ágil movilidad apareciendo en puntos diferentes de la selva un tanto distantes entre sí, nos muestra que se trata de un grupo nómada o seminómada.
El asentamiento y traslado del grupo completo, incluyendo mujeres y niños, nos indica que no son en sí ‘guerreros’ ni tampoco se mueven como ‘expedición de guerra’. Seguramente buscan un asentamiento, pero lo hacen con gran miedo por lo que estudian un lugar estratégico que domine los accesos y defienden su territorialidad con las armas que tienen, en este caso flechas.
La tercera y última expedición de los jóvenes nahuas, un tanto exaltados y confiados de su superioridad por contar con motores y armas de fuego, ha sido imprudente y debía haberse evitado. Acabó desencadenando violencia y muerte de consecuencias imprevisibles en el futuro. Habiendo habido experiencia de la aparición de grupos en aislamiento en el río Sepahua en el mes de agosto, no habría estado de más haber realizado talleres con la población de la zona, máxime habiendo personal del Viceministerio de Interculturalidad destacado en Sepahua y en la Reserva Territorial Kugapakori, Nahua, Nanti y Otros.
La experiencia de muchos años viviendo con los pueblos indígenas nos permitió predecir que la alarma surgida en la noche del 5 de noviembre cuando los nahuas dijeron advertir la presencia muy cercana de los desconocidos, quienes supuestamente querían asaltar el poblado, tenía todos los matices de una histeria colectiva. Efectivamente así fue. No obstante, aconsejamos a la comunidad que se tomaran las medidas preventivas ante posibles represalias de los nativos desconocidos.
Actitudes o acciones en adelante
Creemos en el rol protagónico que ante tan grave situación debe de tomar el Viceministerio de Interculturalidad con su Dirección General de Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial a la cabeza.
Entendemos también de vital importancia la participación de las instituciones del Estado presentes en la zona, tales como Municipalidad Distrital, MINSA, Ministerio de Educación, etc. La Misión Católica de Sepahua, lleva casi 70 años en la zona, y mantiene una relación estrecha con el pueblo nahua desde sus primeros contactos en el Madre de Dios, por lo que consideramos que tiene una experiencia que aportar.
El encuentro ocurrido el mes de agosto en el río Sepahua debió haber sido analizado y se debieron haber tomado medidas, advirtiendo a la población en general de toda la zona sobre el comportamiento que procede en estos casos. Consideramos de urgencia que el Viceministerio de Interculturalidad realice talleres para la población asentada que habitualmente se mueve en los ríos Sepahua, Mishahua, Pakiría y Alto Purús, en previsión de nuevos encuentros con estas poblaciones aisladas.
Consideramos que se debe analizarse lo ocurrido con sinceridad, sin tratar de zanjar el asunto con dádivas improcedentes, ni cayendo en la tentación de buscar “chivos expiatorios” que nos liberen al resto de la cota de responsabilidad propia.
No se debe alejar el problema sin solucionarlo. Cabe la tentación de pensar que el alejamiento del grupo indígena desconocido soluciona el problema. ¿Qué pasa con ellos? Sin lugar a dudas que este enfrentamiento les ha dejado una herida grande, y un obstáculo más para poder establecer las relaciones sociales connaturales a cualquier pueblo. El miedo y la semilla de la venganza pueden acabar generando una espiral de violencia que solo conduzca a la muerte.
Mantenemos nuestra postura de evitar contactos forzados con estas poblaciones. No es cierto que los misioneros dominicos o dominicas estemos realizando contactos forzados con poblaciones indígenas en aislamiento, y testigo de ello son las comunidades nativas del Bajo Urubamba y la población que vive en la Reserva. Tampoco lo es que contemos para ello con el apoyo de las empresas. No nos consta tampoco que misioneros de otras iglesias estén realizando ese tipo de acciones. Sin embargo, la experiencia nos dice que el aislamiento de estos pequeños grupos, marginados del resto de la sociedad indígena de la región, no es una condición buscada y deseada por cuanto no les permite desarrollar su cultura y sus relaciones humanas de forma espontánea. Los posibles encuentros violentos con grupos adversos no hacen sino acrecentar su miedo y mantener la situación de cautiverio, como ha sido el caso. A pesar de este terrible desencuentro seguimos pensando que los pueblos originarios tienen los mecanismos para restablecer relaciones sociales sanas. Pensamos que habrá que buscar el momento oportuno para hacer llegar la misiva a estos pueblos aislados y temerosos, de que son libres de circular por sus territorios y que hay leyes que los amparan.
Sepahua (Atalaya-Ucayali), 10 de noviembre de 2016
Misioneras y misioneros del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado