miércoles. 25.12.2024
Foto: Ministerio Público
Foto: Ministerio Público

Distintas instituciones de la Sociedad Civil aprovecharon la visita del papa Francisco al Perú para elaborar en conjunto un manifiesto que hicieron llegar al sumo pontífice con la finalidad de exhortar a la reconciliación para con las víctimas de trata de personas y otros tipos de explotación de seres humanos en búsqueda de la defensa de sus derechos.

Compartimos a continuación el manifiesto en mención, el cual contiene al final la lista de todas las instituciones que colaboraron en este documento, y que tienen una participación activa en la erradicación de este flagelo que afecta a nuestro país y en especial a regiones como Madre de Dios.

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MANIFIESTO

“La cultura del relativismo es la misma patología que empuja a una persona a aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto, obligándola a trabajos forzados, o convirtiéndola en esclava a causa de una deuda. Es la misma lógica que lleva a la explotación sexual de los niños, o al abandono de los ancianos que no sirven para los propios intereses...”

Como representantes de diversas instituciones de la sociedad civil, preocupados por la situación de miles de peruanas y peruanos que viven una realidad que atenta contra su dignidad y humanidad, le damos la cordial bienvenida a nuestro país, esperanzados en que su mensaje y su compromiso con la situación de los más excluidos sirva para fortalecer el mensaje por los más necesitados.

Su labor pastoral y compromiso en la lucha contra la trata de personas acerca a los creyentes y no creyentes, por eso felicitamos que haya condenado públicamente y en diversos lugares y momentos las distintas formas de violencia que afectan gravemente la dignidad de los seres humanos como son la esclavitud moderna, la explotación sexual, el trabajo forzoso y la trata de personas. Males de ayer y de nuestro tiempo de los cuales el Perú, lamentablemente, no es ajeno.

Las existencia evidente de situaciones de esclavitud en nuestro país, hace ver no solo que somos un lugar de origen, tránsito y destino de personas en situación de explotación y trata, sino que además nos convierte en el quinto país en Latinoamérica y el dieciocho en el mundo, según el Índice de Esclavitud Global (GSI), en la prevalencia de la esclavitud moderna: más de 200500 personas viven en esa trágica situación, por la ausencia de un Estado que garantice el derecho de todas y todos a vivir en condiciones justas y dignas.

Por ello, Santo Padre, concordamos cuando Ud. señala que “Si el Estado no cumple su rol en una región, algunos grupos económicos pueden aparecer como benefactores y detentar el poder real, sintiéndose autorizados a no cumplir ciertas normas, hasta dar lugar a diversas formas de criminalidad organizada, trata de personas, narcotráfico y violencia muy difíciles de erradicar.”(Enciclica Laudato Sí, Parágrafo 197). En el Perú esto es cierto. La explotación de seres humanos está asociada a actividades ilegales o ilícitas, especialmente ligadas a la minería ilegal, la tala de bosques, la producción de coca, el tráfico ilícito de migrantes o la informalidad principalmente en regiones como Madre de Dios, Puno, Cusco, Junín, Loreto, Piura y Lima.

Según el sistema de información de la Policía Nacional (RETA), en el año 2016, 1930 personas fueron identificadas como víctimas de trata de personas. De ellas el 95% son mujeres y 5% hombres. Sin embargo, existe consenso que este número no representa la verdadera magnitud del problema. Tan solo entre los años 2014 y 2016, las autoridades peruanas identificaron 5114 víctimas, de las cuales el 74.8% tienen entre los 16 y 30 años. Esta información también ha evidenciado que la trata de personas en el Perú tiene mayormente rostro de mujer, indígena, joven y adolescente. La pobreza, una de las peores formas de violencia y de violación a los derechos humanos, y la necesidad de salir de esa condición, expone a miles de personas al riesgo permanente de ser captadas por grupos de tratantes mediante el mecanismo de las falsas ofertas de trabajo, personas que, mediante el engaño, son desarraigadas de sus lugares de origen y de su entorno protector, para ser cosificadas y explotadas sexual y laboralmente.

Frente a esta dura realidad se hace imperioso que el Estado como parte de las labores de prevención que debe realizar, defina como prioridad atender las causas estructurales de la trata de personas para erradicar de manera eficiente y sostenida esta grave violación a los derechos humanos.

Pero el mal principal es que las personas de buena fe hemos sido invadidas por males que nos impiden acercarnos a las personas que más nos necesitan. Esos males son principalmente la tolerancia frente a prácticas que normalizan la explotación hasta en nuestros hogares y comunidades (como la explotación en el trabajo doméstico o en la mendicidad) y la indiferencia frente al impacto de la trata en las condiciones socioeconómicas que nos permiten tener la calidad de vida que disfrutamos (como la explotación laboral y el trabajo forzoso). Como usted señalaba, Santísimo Padre, a propósito del Día mundial contra la trata de personas “estamos muy acostumbrados a considerarla [a la trata de personas] una cosa normal, y eso es malo, es cruel y criminal”.

Asimismo, el 30 de julio del 2017, en la Plaza San Pedro Usted dijo “Cada año, miles de hombres, mujeres y niños son víctimas inocentes de la explotación laboral, sexual y del tráfico de órganos”; y renovó su “[...] llamamiento al empeño de todos, con el fin de que esta “plaga aberrante de esclavitud moderna”, sea aplacada adecuadamente”. Ojalá este llamado a no permanecer impasibles haya sido escuchado y motive la atención de las autoridades de nuestro país y de todos los países de América Latina y del mundo, para que las políticas de Estado, normas y leyes que generosamente aprobamos para luchar contra este delito no sigan siendo buenos propósitos, sino realidades concretas para la gente.

Nos duele, como a Usted, Santo Padre, ver como miles de víctimas de este flagelo no encuentran las condiciones suficientes para superar esta situación y reintegrarse plenamente a la sociedad, aceptando en muchos casos seguir siendo explotadas/os ante la falta de oportunidades que rompan este círculo. Es necesario, Santo Padre, que sepa que en el Perú, solo existen dos albergues especializados a cargo del Estado para atender a víctimas de trata de personas, que solo acogen a mujeres menores de edad, y ninguno a niños o personas adultas. Por ello, frente a esta situación de carencia, la labor que cumplen en el Perú las comunidades religiosas y la Iglesia para amparar a las cientos de personas que no pueden ser atendidas por el Estado es encomiable y fundamental, y deseamos solicitarle que su mensaje y obra contribuya para que esta labor prosiga, se fortalezca y multiplique.

En ese marco, es importante llamar la atención al hecho que la trata de personas con fines de explotación laboral y trabajo forzoso son también manifestaciones del desprecio a la condición humana muy presentes en el Perú, que no solo se presentan en el marco de la explotación ilegal de madera y oro, muy frecuentes en Madre de Dios. Hace 6 meses dos jóvenes que trabajaban encerrados bajo llave en un contenedor en Lima, murieron calcinados por las llamas de un incendio. Trabajaban 12 horas diarias y recibían menos de 50 centavos de dólar por hora de trabajo. Ambos jóvenes murieron en condiciones de explotación y esclavitud, por la insensibilidad de personas que priorizaron el dinero ante la vida y por un Estado indiferente, que voltea la mirada frente a estas circunstancias que son recurrentes y cotidianas. Cómo ellos, cientos de personas trabajan en condiciones infrahumanas en el llamado emporio textil de Gamarra en Lima, encerradas e invisibilizadas, y obligadas a producir miles de polos cuando hay un partido de futbol de la selección de Perú o cuando, como esta vez, un personaje ilustre nos visita. Seguro, Santísimo Padre, Usted, coincidirá con nosotros en que ningún partido ni ninguna visita justifican aquello.

En febrero del año pasado, Usted dijo “Aquello que Jesús nos quiere enseñar es la neta distinción que debemos hacer entre la justicia y la venganza. Nos es consentido pedir justicia; es nuestro deber practicar la justicia. En cambio, nos es prohibido vengarnos o fomentar de cualquier modo la venganza, en cuanto es expresión del odio y de la violencia”, Y coincidimos con esta prédica por cuanto las víctimas de estos delitos y la sociedad civil consciente, exigen justicia para con estas personas que han sido violentadas en sus derechos, y porque, ahora que en el Perú se habla mucho de reconciliación, creemos que cualquier proceso reconciliatorio debe estar basado en el ejercicio de la justicia.

Sin embargo, para que la justicia sea efectiva, y se disminuya los altos niveles de impunidad, se requiere de autoridades, policías, fiscales y jueces competentes y probos -que ciertamente los hay, pero son pocos- para evitar que en el Perú, solo 6 de cada 100 imputados o procesados por este delito hayan recibido sentencias condenatorias. Por eso, Santo Padre, queremos invitarlo a solicitar a las autoridades, fiscales y judiciales la importancia de fortalecer su capacidad de sanción y condena de aquellos que sean responsables.

Nuestro compromiso, personal e institucional, con las niñas, niños, adolescentes, jóvenes y personas adultas o de la diversidad sexual que sufren este flagelo social en nuestro país, como el que Usted ha señalado en su mensaje, es luchar incansablemente, sin tolerancia, por erradicar todas las formas de explotación de los seres humanos, demandando junto con todos los hombres y mujeres con consciencia que el Estado cumpla con su rol protector y garantista de los derechos humanos que permita a la persona su realización por el simple hecho de su condición humana. Somos conscientes que es una tarea muy grande, pero sabemos también que hermanados por este sueño, por nuestros principios y ética, es posible alcanzarlo.

Respetuosamente,

Lima, 15 de enero de 2018.

Capital Humano y Social Alternativo

ObservaLaTrata - Capítulo Perú

Pastoral de Movilidad Humana – Conferencia Episcopal Peruana

RED KAWSAY

Asociación Cultural TEATROVIVO

AFAMIPER Región Lima

AFAMIPER Nacional

Asociación AGAPE

CESVI - Tejiendo Sonrisas

Save The Children

Movimiento El Pozo

PROMSEX

Terre des hommes Italia - Oficina en el Perú

ORLA - Terre des hommes Alemania

Facultad de Ingeniería Forestal de la UNSAAC

Centro AMMAR

Acción por los Niños

Terre des hommes Suisse en Perú

Perú EQUIDAD

AFAMIPER La Libertad - Trujillo

AFAMIPER Lima Metropolitana

Campaña Peruana por el Derecho a la Educación

Inti Runakunaq Wasin - IRW, ”La casa de los hombres del sol”

Movimiento de Promoción por los Derechos Humanos de las Mujeres AMHAUTA

Cadena Chi Caweex

Instituto de Estudios por la Infancia y la Familia

Mesa de Concertación para la Lucha Contra la Pobreza - Loreto

Red de Prevención en Violencia de Género en Loreto

Colegio de Obstetras del Perú - Consejo Regional IV Arequipa

Veeduria Ciudadana Contra la Trata de personas, Trafico ilicito de migrantes y

personas Desaparecidas de AREQUIPA

Foro de la Sociedad Civil en Salud - Coordinación Arequipa

Red Nacional de Promoción de la Mujer - Coordinación Arequipa

Colegio de Trabajadores Sociales del Perú- Consejo Regional IV – Arequipa

Coordinadora de Derechos Humanos Región Arequipa

Asociación Fraternidad Eucarística de Jesús

Centro Yanapakusun

Asociación Minga Perú

MANIFIESTO PAPA FRANCISCO - SOCIEDAD CIVIL

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