El obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, David Martínez de Aguirre, aprovechó el centésimo noveno aniversario de Madre de Dios para dar un mensaje de unión y trabajo para concretar el proyecto de una región con mejor calidad de vida y menos corrupción en las entidades estatales.
“Hemos vuelto a claudicar. Con dolor escucho que las mafias de la delincuencia están cada vez más organizadas y la corrupción tiñe de oscuridad nuestras instituciones y el aparato del Estado”, agregó.
El monseñor lamentó que la región no esté andando en el camino correcto y que es necesario valentía y decisión para enderezarlo. Por tal motivo, llamó a la población madrediosense para comenzar a mirar a Madre de Dios como una familia a fin de que sea posible un proyecto de región para todos.
“Somos hermanos y estamos llamados a crear fraternidad, convencidos que velando por el bien de los hermanos gana toda la familia. No podemos seguir viviendo en una sociedad de enfrentamientos, de invasiones de tierras, de imposición de la ley del más fuerte”, añadió el obispo de Puerto Maldonado.
David Martínez de Aguirre dijo que se debe cuidar a Madre de Dios para dejársela a generaciones futuros, por ello, no se debería ignorar que la obsesión por un estilo de vida consumista solo podrá provocar violencia y destrucción recíproca.
“Madre de Dios es una familia y hoy tenemos que retomar el compromiso con ella. Tenemos una historia que recordar y tenemos un proyecto de futuro que construir. Somos la tierra de la madre y donde hay mamá, perdura la familia y la esperanza”, finalizó.
Proyecto región Madre de Dios
Señor Gobernador Regional, Sr. Alcalde Provincial, Sr. Prefecto de Madre de Dios, Sr. Congresista, distinguidas autoridades civiles y militares, queridos sacerdotes y seminaristas, pueblo de Dios en general. FELIZ NAVIDAD y FELIZ CENTÉSIMO NOVENO ANIVERSARIO DEL DEPARTAMENTO DE MADRE DE DIOS.
Como todos los años, cada 26 de diciembre, y en el contexto de la Navidad, nos reunimos para la Misa de Acción de Gracias por nuestra Región del Madre de Dios.
En la Misa de Gallo del día 24 hemos escuchado en boca del profeta Isaías: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; a los que habitaban tierra de sombras, una luz les brilló”. Siglos después de que el profeta pronunciara estas palabras, nosotros las creemos. Y esta Luz potente es Cristo, que viene a iluminar nuestras sombras, también las de esta querida Región del Madre de Dios.
CIERTAMENTE HAY TINIEBLAS, TENEMOS PROBLEMAS:
- Tras no pocos esfuerzos por ordenarnos y tratar de extraer nuestros recursos de una manera ordenada y sostenible, hemos vuelto a claudicar, y estamos peor que cuando habíamos comenzado.
- Las mafias de la delincuencia están cada vez más organizadas y la corrupción tiñe de oscuridad nuestras instituciones y el aparato del Estado.
- Cultivos ilícitos, narcotráfico, tráfico de tierras, el extractivismo ilegal va adueñándose cada vez más de nuestra región, generando miedo, inseguridad, pobreza, especialmente entre los más vulnerables.
- En medio de esto, nuestras familias. Parejas desunidas, niños abandonados a sus celulares, jóvenes perdidos por las drogas u otros vicios que los deshumanizan y los matan… Un muy alto porcentaje de ellos en la región se verán abocados a vivir en la informalidad, ilegalidad y delincuencia.
Está claro que el camino por el que vamos no es el correcto y se necesita la valentía y la visión para enderezarlo. Hoy la Sagrada Familia de Nazareth nos propone que comencemos a mirarnos y a vivir como una FAMILIA.
La región no es un simple pedazo de territorio, o una partecita de un mapa. Es un proyecto común conformado por todos nosotros, familias, personas migrantes de muchos lugares y también los originarios de Madre de Dios. Entre todos debemos sentir esta tierra como una GRAN FAMILIA, como un PROYECTO COMÚN. “Si no logramos recuperar la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y de solidaridad a la cual destinar tiempo, esfuerzo y bienes, la ilusión global que nos engaña se caerá ruinosamente y dejará a muchos a merced de la náusea y el vacío” (LS 204).
¡Qué importante es echar raíces! Una planta trasplantada que no echa raíces en el nuevo lugar se seca. La tierra es una de las promesas de Dios al pueblo de Israel. Dios la regala, pero hay un compromiso del pueblo de vivir un nuevo proyecto de liberación profundamente ligado a ella. No podemos vivir en Madre de Dios como huéspedes que estamos de paso. Tenemos que generar nuevos lazos de solidaridad entre nosotros, y hay que destinar tiempo, esfuerzo y bienes a crear esa conciencia departamental que nos haga sentirnos orgullosos de la comunidad y territorio que nos cobija.
Tenemos un Padre común, que es Dios. Dios es nuestro creador, somos sus hijos, nos conoce y nos ha creado y criado para el amor. Vivir sin Dios, es autodestruirnos nosotros mismos, autodestruir nuestras familias, frustrar el plan de sociedad, y acabar destrozando el planeta. En definitiva, frustrar el proyecto de Región Madre de Dios. “Los creyentes pensamos que, sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad” (FT 272). “Hacer presente a Dios es un bien para nuestras sociedades” (FT 274).
Dios Padre a todos nos IGUALA, porque poseemos una única dignidad, LA DE SER HIJOS DE DIOS. Somos hermanos, y estamos llamados a vivir en fraternidad, convencidos de que velando por el bien de los hermanos, GANA TODA LA FAMILIA. No podemos seguir viviendo en una sociedad de enfrentamientos, de invasiones de tierras, de imposición de la ley del más fuerte. “El individualismo no nos hace más libres, más iguales, más hermanos. La mera suma de los intereses individuales no es capaz de mejorar un mundo mejor para toda la humanidad. Ni siquiera puede preservarnos de tantos males que cada vez se vuelven más globales. Pero el individualismo radical es el virus más difícil de vender. Engaña. Nos hace creer que todo consiste en dar rienda suelta a las propias ambiciones, como si acumulando ambiciones y seguridades individuales pudiéramos construir el bien común.” (FT 105)
Madre de Dios es nuestro hogar, el patrimonio familiar que debemos cuidar porque él es el que nos cobija, nos protege, nos identifica. Ya no podemos seguir viendo a Madre de Dios como un territorio de “usar y botar”; como despensa inagotable y sin dueño a la que cualquiera puede llegar, coger lo que le dé la gana, dejarlo todo estropeado y marcharse. “No se debería ignorar ingenuamente que “la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca” (LS 204). El “sálvese quien pueda” se traducirá rápidamente en el “todos contra todos”, y eso será peor que una pandemia.” (FT 36)
En toda familia, cuando los padres se van haciendo ancianos, piensan con ilusión en dejar un legado a sus hijos. ¿Qué papá y qué mamá no disfruta asegurando el futuro de aquellos a los que ama? Nosotros en el Madre de Dios tenemos que pensar también en las generaciones futuras, en la región que les vamos a dejar. Tenemos que trabajar pensando ya no sólo en nosotros, sino en los que vendrán después de nosotros. “Una gran nobleza es ser capaz de desatar procesos cuyos frutos serán recogidos por otros, con la esperanza puesta en las fuerzas secretas del bien que se siembra. La buena política une al amor la esperanza, la confianza en las reservas de bien que hay en el corazón del pueblo, a pesar de todo” (FT 196).
Hermanos, como toda familia, también en Madre de Dios tenemos una historia que recordar y un proyecto de futuro que construir. En una familia, la mamá es instrumento de cohesión, y de esperanza. Y nosotros, como bien nos dijo el Papa, somos la tierra de la Madre. Y donde hay madre perdura la familia y la esperanza.
Puerto Maldonado, 26 de diciembre de 2021