martes. 05.11.2024
Foto: Paolo Peña
Foto: Paolo Peña

Julio marca un momento especial en Perú, cuando el país se llena de las coloridas carpas de los circos, llevando consigo la magia, acrobacia, y risas que tanto anhelan los peruanos. Más allá de los esperados feriados, julio es también la temporada circense, una tradición que ha perdurado incluso más que nuestra historia republicana.

Fue en 1800 cuando la compañía italiana "Unión" trajo por primera vez a Perú un espectáculo que dejó impactado a su público. Con una duración aproximada de media hora, este show combinaba las habilidades de malabaristas, magos y trapecistas, dejando una huella imborrable.

Con el tiempo, surgieron los primeros circos nacionales. A comienzos del siglo XX, malabaristas, payasos e ilusionistas llegaron a Piura, Ica y Lima, ofreciendo espectáculos que incluían danza, teatro y malabarismo. En 1921, un siglo después de nuestra independencia, las tradiciones circenses comenzaron a celebrarse en julio.

La década de los 60 y 70 es recordada como la época dorada del circo en Perú, cuando los artistas arriesgaban sus vidas con aros de fuego, cuerdas flojas, cuchillos voladores, y animales salvajes. Esta época continuó en los 80 con nuevas infraestructuras y avances que permitieron que los circos llegaran a más rincones del país. La Tarumba, uno de los circos más emblemáticos de Perú, nació en esos años.

Sin embargo, a fines de los 80 e inicios de los 90, el país enfrentó una grave crisis económica y un conflicto interno que afectó a la oferta de entretenimiento, incluyendo a los circos. Durante este tiempo, los circos internacionales como el de "El Chavo del 8" comenzaron a llegar, añadiendo nuevos atractivos al escenario circense.

A pesar de la crisis, los circos resurgieron con nuevas propuestas. Los personajes de la cultura popular peruana ganaron protagonismo, y muchos comenzaron a tener sus propios circos. La Tarumba sigue siendo el circo más representativo del Perú, manteniendo viva la tradición.

En los últimos años, los circos han experimentado grandes cambios, como la prohibición del uso de animales salvajes en sus espectáculos debido al maltrato evidente que sufrían. Esta evolución refleja un compromiso con el bienestar animal y una adaptación a los tiempos modernos.

En Puerto Maldonado, cada julio, las carpas circenses llegan con su gala, continuando con la tradición de asombrar a las familias y evocar recuerdos de infancia. Hoy en día, son pocos los espectáculos que ofrecen diversión sana a un precio accesible, y el circo es uno de ellos. A través de esta serie fotográfica, queremos mostrar la vida de las familias circenses, quienes a pesar de viajar por ciudades y pueblos, siguen sobreviviendo frente a la crisis económica con la firme convicción de que "el circo siempre vivirá mientras haya gente que lo aplauda."

Apoyemos al circo, un lugar donde todos podemos volver a ser niños.

El circo: un espectáculo que revive la magia y la tradición en Puerto Maldonado