domingo. 22.12.2024

El protagonismo será de ellos. Un grupo de niños, niñas y adolescentes de Puerto Maldonado despertarán la atención de una gran parte del mundo. Los más pequeños no saben aún de quién realmente se trata, tienen las explicaciones pero aún no se pueden hacer una idea. Ven su imagen en un pequeño mural en el ‘hogar’ que ocupan y solo atinan a señalar y sonreír dulcemente.

El 19 de enero, al mediodía, Jorge Mario Bergoglio, el jesuita que en 2013 fue elegido como nueva cabeza de la Iglesia Católica en el mundo, ingresará por una puerta menuda a uno de los patios de la casa hogar “El Principito”, donde se encontrará con alrededor de 270 menores procedentes de diversos albergues e internados de Puerto Maldonado, ciudad de unos 90 mil habitantes ubicada en la selva sur del Perú.

Con los menores compartirá una hora, entre cantos, danzas y actuaciones. “El principito” acoge a cerca de 40 niños, niñas y adolescentes. El más pequeño tiene cuatro años y la más pequeña, tres. “Cada niño es una historia”, dice Roxana Sánchez, quien lleva trabajando 20 años con Xavier Arbex, religioso suizo que en 1996 fundó la Asociación para la Protección del Niño y el Adolescente (Apronia), de la cual “El Principito” es parte.

Los menores de la casa hogar provienen de situaciones de orfandad, abandono, o riesgos para su integridad física o moral debido a violencia familiar o acoso de todo tipo. En “El Principito” son como una gran familia, destaca Arbex, quien no acepta que se vea a los menores con algún tipo de pena. “Imagínate una familia común con dos hijos; pues aquí en vez de tener dos hijos, la familia tiene entre 30 y 40 niños”, asevera.

“Como cualquier niño o niña, van al colegio, hacen sus tareas, juegan, reciben a sus amiguitos, reciben cursos afuera. Y en el caso de los adolescentes, estos se preparan para ingresar a estudios superiores”, agrega el religioso que llegó al Perú en los años sesenta. Desde muy temprano vio la dura situación que afrontan los menores de las regiones donde prácticamente no existe el Estado, ausencia que permite la proliferación de la criminalidad, que en Madre de Dios se expresa en minería ilegal, trata de personas, explotación sexual infantil.

Cuenta que en San Gabán, Puno, “descubrió a los niños que trabajaban el oro” por la minería artesanal. En Mazuko (distrito de Inambari), donde vivió de 1985 a 1993, vio una realidad similar, más tarde le ocurriría lo mismo en Puerto Maldonado.

En “El Principito” no existen los feriados, explica Sánchez Vela, quien junto a un puñado de mujeres se dedican en dos turnos a brindar atención y acompañamiento a los menores. “Lo que hacemos, lo hacemos con gusto. Dios dice que los niños deben ser felices y nosotros queremos hacer todos los días eso posible”, sentencia.

Al encuentro de este viernes con el papa Francisco llegarán menores de los hogares Santa Marta y Belén (el segundo de creencia evangélica); y de dos internados, el que tienen a su cargo los Hermanos Maristas, para estudiantes indígenas, y el internado Santa Cruz, para adolescentes mujeres indígenas. También asistirán estudiantes de la institución de educación especial Stella Maris.

Papa Francisco visitará la Casa Hogar "El Principito"