Once años de lucha constante soportando las inclemencias de la selva con tal de ayudar a decenas de animales que llegan al Centro de Rehabilitación y Conservación de Animales Silvestres Amazon Shelter, se ven relegados por la desidia, la falta de colaboración de las autoridades con este espacio que solo pide tener una vía para llevar medicina y alimentos para los seres oriundos de Madre de Dios, que son entregados, en muchos casos, con lesiones y al borde de la muerte.
Magaly Salinas, fundadora de Amazon Shelter, es una limeña que llegó hace once años al departamento de Madre de Dios con la consigna de crear un espacio que se encargara de rehabilitar a animales silvestres para luego regresarlos a su habitat natural.
Pese a que su hijo, casi al borde de la suplica, le invita a que viva con su familia en Australia, el amor por los animales es fuerte y ella insiste en quedarse. Pero tiene la sensación de que las autoridades quieren que ese amor no sea motivo suficiente para que continúe en estas tierras y tarde o temprano su lucha, el sueño del hospital en medio de la selva, termine por agotarla.
Actualmente, trabaja junto a un grupo de cuatro voluntarios -dos de ellos extranjeros-, en el Corredor Turístico Tambopata. Sin embargo, desde el 21 de marzo, a consecuencia de las lluvias, se ha quedado sin posibilidades de ir a la ciudad sin que este viaje resulte un dolor de cabeza.
No cuenta con una camioneta, como sí las hay en las distintas direcciones del Gobierno Regional, o aquellas que tiene el municipio y el Serenazgo de Tambopata. Para llevar la medicina y alimentos, debe tomar un taxi que la traslade por la única ruta disponible: la carretera la Joya-Infierno, vía que actualmente cuenta con grietas en lugar de asfalto. Y por su improvisada construcción ahora tiene un solo carril en algunos puntos del trayecto, pese a que hace solo cuatro meses fue inaugurada.
Los taxistas aumentan considerablemente el precio para llegar al lugar. Es lógico, pues cada vez es más frecuente el mantenimiento que deben recibir sus unidades a raíz de los serios daños que reciben por transitar en esa carretera. No obstante, es su única opción. La otra alternativa, la carretera Bajo Tambopata, que hasta el 21 de marzo resultaba la más conveniente, quedó inaccesible tras la caída de un puente en el kilómetro 11.
Si bien es cierto que cada cierto tiempo este puente se cae a raíz de las lluvias, ya que nunca tuvo una construcción con material noble, desde hace casi un mes ninguna autoridad quiere arreglar.
Excusas, trabas burocráticas y desinterés son las respuestas que recibe Magaly Salinas y sus 46 animales por alimentar.