Por: Enrique Vera
El último informe del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP, por sus siglas en inglés), publicado hoy, revela que la deforestación a causa de la minería ilegal en el entorno del río Pariamanu, región Madre de Dios, se ha incrementado durante los últimos meses. De acuerdo con el reporte, solo entre octubre del 2020 y marzo del 2021 la actividad ilegal arrasó más de 15 hectáreas de bosque en este sector. Con ello, MAAP ha documentado que, desde el 2017 hasta el presente, el Pariamanu registra un total de 204 hectáreas de deforestación.
Matt Finer, director del MAAP, detalla a Mongabay Latam que el Pariamanu se ha convertido en el foco más emblemático de depredación minera dentro de Madre de Dios. “Esto, en términos de área deforestada, presión constante de mineros y calidad de bosque (se trata de una afectación a bosque primario)”, precisa Finer.
Video de imágenes satelitales que muestra un ejemplo de la deforestación minera ilegal en la zona de Pariamanu. En este caso, se trata de 71 hectáreas entre el 2016 y 2021. Crédito: Planet.
En agosto del 2020, Mongabay Latam reportó que el Pariamanu era el sector con el más importante incremento de deforestación generada por nuevos focos de la actividad extractiva ilegal tras la operación multisectorial denominada Mercurio en La Pampa (febrero del 2019). Para ese momento, el proyecto MAAP, de la Asociación para la Conservación de la Cuenca Amazónica (ACCA) y Amazon Conservation Association (ACA), había registrado que la deforestación en la zona del Pariamanu alcanzaba 99 hectáreas y había tenido un aumento del 70 %. La tasa de hectáreas depredadas por mes allí había pasado de 2.5, entre el 2017 y 2018, a 4.2 durante el 2019.
Los enclaves mineros estaban situados frente a la comunidad nativa de Boca Pariamanu, y se extendían desde la margen izquierda del río hasta unas 10 hectáreas de bosque de castaña adentro, según la estimación de los pobladores indígenas de la zona. En los patrullajes a canoa que realizaban periódicamente en resguardo de su territorio, los amahuacas habían detectado, al menos, ocho focos mineros que contaminaban el río y ponían en riesgo su salud. Lo fueron reportando y esto les costó amenazas de muerte por parte de los ilegales. Sin embargo, las denuncias fueron cruciales para que las autoridades ejecuten una serie de operativos con el fin de contener la expansión de los focos mineros.
Entre agosto y noviembre del año pasado hubo destrucción de campamentos, maquinaria para la extracción del oro, y de construcciones rústicas que funcionaban como cantinas y antros de prostitución. Las áreas que iban siendo intervenidas ya no estaban solo frente a la comunidad de Boca Pariamanu sino también kilómetros más allá, pero siempre en el curso del río Pariamanu. Es decir, la actividad minera iba avanzando conforme se ejecutaban las interdicciones.
Daño alarmante
La actividad minera se desarrolla siempre sobre concesiones forestales castañeras. Algunos indígenas amahuacas que accedieron a declarar para este artículo, sin que sus nombres sean citados por seguridad, indican que los concesionarios de castaña siguen permitiendo que los mineros operen en sus terrenos y a cambio reciben entre 10 y 15 gramos de oro semanalmente. La retribución, explican, está sujeta a la cantidad de metal que sea extraída por los ilegales. Uno de los dirigentes amahuacas refiere que, pese a las interdicciones, frente a Boca Pariamanu aún hay tres grandes focos de minería. Cada uno de estos enclaves, indica, ha generado la depredación de unas 10 hectáreas de bosque. “Hay concesionarios de castaña que ya tienen su propia maquinaria y ahora se dedican a sacar oro en los terrenos donde deben conservar los árboles”, dice.
El dirigente indígena advierte que la deforestación minera se ha extendido por toda la cuenca del río Pariamanu hasta Boca Pariamarca, un sector que alberga solo concesiones de castaña y que está ubicado a más de una hora por río desde Boca Pariamanu. Según sostiene, allí es donde los mineros ilegales han levantado nuevos bares, tiendas para venta de licor y locales donde se ejerce la prostitución clandestina. El presidente de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), Julio Cusurichi, tiene la misma información en torno al movimiento de los focos mineros, río arriba, desde Boca Pariamanu. Pero indica que no ha recibido reportes sobre el funcionamiento ilícito de locales pues no se trata de un área donde haya comunidades nativas. “Sí se ve que va bastante gente para allá, que hay movimiento hacia esos ríos”, dice.
El año pasado, cuando los asientos mineros ilegales se expandían peligrosamente en el Pariamanu, los amahuacas empezaron a llamar a esta zona “la Nueva Pampa”. Además de la creciente deforestación, sabían sobre la operación de cantinas entre el bosque de castaña y que se registraban asaltos a mano armada. Pero en diciembre último ocurrió hasta ahora lo peor. Los indígenas amahuacas cuentan que unas 20 personas fueron asaltadas cuando viajaban en un bote por el río Pariamanu rumbo a Puerto Maldonado. Cinco hombres armados que abordaron la embarcación cerca de los puntos de minería ilegal fingieron ser pasajeros y perpetraron el atraco durante el viaje.
“Hace tres o cuatro días nomás, en una carretera que entra al mismo Pariamarca, también han asaltado como a 15 personas. Está terrible todo aquí, ya nadie puede callar estas cosas”, lamentan.
La Capitanía de Puerto de Puerto Maldonado y representantes de la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental (FEMA) de Madre de Dios realizaron un operativo contra la minería ilegal los días 23 y 24 de abril, precisamente, en el sector del Pariamanu correspondiente a Boca Pariamarca. Allí incautaron 60 galones de combustible y destruyeron un campamento minero, balsas y maquinaria para la extracción de oro. Los amahuacas aseguran que luego de cada operación como esta las mafias esperan cuatro o cinco días para volver a instalarse sobre el mismo lugar o ir avanzando hacia nuevos ámbitos del Pariamanu.
En los tres meses que lleva como fiscal provincial de la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental (FEMA) de Madre de Dios, Carlos Chirre ya ha encabezado varios operativos contra la minería ilegal en el Pariamanu. En uno de estos, relata, su comitiva halló un foco minero que había generado, aproximadamente, 20 hectáreas de deforestación. Sin embargo, hasta ahora no se ha logrado capturar a ningún minero ilegal en la zona. Para el fiscal, todo hace indicar que hay vigías en las entradas a los enclaves de extracción, quienes dan la voz de alerta cuando ven llegando por río a las autoridades. “En algunos lugares encontramos maquinaria, pero en otros los mineros las hunden antes de huir”, comenta.
Por el momento, la FEMA solo puede llegar a los puntos de actividad minera por vía fluvial. Ante esta limitación, el fiscal ha potenciado sus acciones contra el tráfico ilícito del combustible que llega hasta los puntos de minería. La cantidad de petróleo que encuentra durante las intervenciones en los campamentos es exorbitante: cuatro cilindros de 18 galones, como mínimo. “Me pregunto de dónde sacan tanto si los grifos de acá (Puerto Maldonado) no abastecen a un parque automotor tan amplio que consume Diesel (petróleo)”. Chirre tiene claro que este es uno de los puntos neurálgicos de la actividad minera en Madre de Dios, propiciada por ilegales que salieron de La Pampa. El incremento de la deforestación que aquí ocasiona la extracción de oro también es evidente en las imágenes satelitales que recibe su despacho fiscal continuamente.
Lucha sin presupuesto
El combate contra las mafias del oro desplegadas en el Pariamanu está en un momento complicado. El director de la Dirección de Medio Ambiente de la Policía, general PNP José Ludeña Condori, explica a Mongabay Latam que los trabajos de su personal, en Madre de Dios, por el momento están focalizados en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata. Además, Ludeña señala que tiene contemplado ampliar el radio de las operaciones policiales a otros puntos de expansión minera como el Pariamanu, al noreste de La Pampa, pero su principal barrera es la falta de presupuesto.
“Estamos operando con el personal mínimo y esto no debería ser así. Se ha reducido nuestro personal para las operaciones. Nos interesa estar en todos los sitios donde nos necesiten pero lamentablemente nos quedamos con la impotencia de no poder hacerlo porque los recursos son insuficientes. Esta es la realidad en estos momentos”, expresa. Y añade que las carencias presupuestales también perjudican a las Fuerzas Armadas. Una situación que, remarca, ha estado comunicando durante las reuniones de la Comisión Multisectorial de Naturaleza Permanente contra la minería ilegal en que ha participado.
El general Ludeña tiene la información en torno al incremento de los puntos de minería ilegal en Madre de Dios, al parecer, producto del efecto globo —presionas en un lado y el problema de traslada a otro— tras las operaciones en La Pampa. Uno de ellos, y el más grave, en el sector del Pariamanu. Según sostiene, ante la ausencia del Estado como aparato represivo del delito, estos focos mineros se convierten en “tierra de nadie”. “Y la gente que ahí opera no tiene ningún problema en intimidar o amenazar a poblaciones de la zona, además del daño ecológico que causa. Nada se los impide. Ese es el panorama lamentable, pero es el que panorama que hay”, señala.
De acuerdo con los reportes que recibe el presidente del Comité de Gestión de la Reserva Nacional Tambopata, Víctor Zambrano, la deforestación en las inmediaciones de las cuencas de los ríos Pariamanu y Pariamarca se hizo incontrolable a partir de la quincena de abril pasado. Él lo atribuye a la falta de una estrategia amplia desde el Gobierno para la lucha contra las mafias del oro en esta zona. Zambrano, como los amahuacas, están convencidos de que la presencia esporádica de las autoridades en operativos de interdicción no va a garantizar el retiro de las redes de mineros ilegales porque “son mafias inmensas que siempre se reinstalan”. Asegura que el seguimiento de la Operación Mercurio también ha decaído y que ello ha generado que en La Pampa se reactiven algunos enclaves mineros. Lo del Pariamanu y otros sectores con minería en expansión, no tiene duda, es un caso fuera de control.
“Se puede notar el impacto en las zonas castañeras. Están destruyendo lo más valioso de Madre de Dios”, concluye Víctor Zambrano.
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El artículo original fue publicado por Enrique Vera en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.