Arte amazónico: Impulsan diálogo de saberes y experiencias entre pintores indígenas en el contexto de COVID-19
El primero de estos encuentros virtuales, que tendrán periodicidad mensual, reunió a renombrados artistas amazónicos como Brus Rubio, del pueblo Murui, y Olinda Silvano, del pueblo Shipibo, con diez artistas Harakbut de las comunidades de Puerto Luz y Shintuya, Región Madre de Dios, quienes se inician en el mundo del arte. Estas reuniones buscan incentivar el proceso de consolidación del arte Harakbut que transmite colectivamente su cosmovisión a través de obras pictóricas.
Por: Beatriz García / Alexandra Heras (CAAAP)
11:40|08 de octubre de 2020.- “Es el sueño hecho realidad. Cada cuadro expresa una historia, quizás a mucha gente le parezca una locura pero para nosotros es importante plasmar nuestros mitos e historias. Sabemos que esto es una oportunidad para seguir expresando nuestro arte y, a pesar de esta pandemia, nos hemos vuelto a organizar. Esperamos poder mostrarnos al mundo y rescatar nuestra iconografía Harakbut”. La profesora YésicaPatiachi es una enamorada del arte, las letras y la cultura, en todas sus expresiones. Ella, junto a sus hermanos indígenas Brando Moqui, Hubert Tayori, Roberto Nayori, Paul Sonque, Anelice Cáceres, PercyTayori, Luis Tayori, Fermín Chimataniy algunos más que no pudieron estar presentes, participó días atrás del encuentro ‘Dialogo de saberes de artistas indígenas en el contexto del COVID-19’ donde, como invitados, estuvieron dos reconocidos artistas amazónicos: Brus Rubio Churay, del pueblo Murui de Loreto, y Olinda Silvano, del pueblo Shipibo asentado en la comunidad indígena de Cantagallo, en Lima.
Esta actividad, coordinada y convocada desde el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) y el Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, contó además con la participación de la misionera dominica Zully Rojas, quien acompaña y apoya de cerca al grupo de artistas Harakbut, y del obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, Monseñor David Martínez de Aguirre, muy comprometido con esta iniciativa que comenzó a gestarse en 2017, en la preparación de la visita del Papa Francisco a Madre de Dios. “Me da mucha alegría verlos a todos y todas aquí reunidos. Este un proyecto muy bonito que ha sido impulsado por las misioneras dominicas y los artistas indígenas, quienes ya han tenido una exposición de sus obras. Siento que, cada vez más, los pueblos indígenas están haciendo su aporte social con grandes pasos como este”, saludó Martínez de Aguirre al inicio del encuentro.
“Nos hemos ganado el respeto”
Olinda Silvano, reconocida en el círculo artístico limeño, era hace menos de dos décadas una mujer indígena migrante como cualquiera. Junto a otras hermanas shipibas, vendía sus artesanías en la Plaza de Armas de Lima y otros puntos turísticos, tras haber viajado desde la orilla del río Ucayali. Hoy lidera a un grupo de artistas, mujeres en su mayoría. Pinta preciosos murales de varios metros de longitud. Teje y crea cuadros inspirados en su cultura. Es llamada para trabajar en países lejanos como Rusia, España o Brasil. Esta experiencia, que continúa, fue expuesta por ella misma como inspiración y ejemplo ante los jóvenes artistas Harakbut que recién caminan y buscan abrirse un espacio en el siempre complicado mundo del arte.
“No fue nada fácil llegar a donde estamos ahora, para nosotras fue complicado, como mujeres amazónicas, acostumbrarnos al frío, a la gastronomía y a las costumbres de Lima. Pero llegó un momento que pensamos que salir adelante dependía de nosotras mismas. Nuestro arte corre por nuestras venas, nuestro amor a los ancestros está con nosotras y no vamos a perderlo en ningún sitio al que podamos viajar. Allá donde vayamos estaremos como mujeres indígenas siempre demostrando nuestra identidad cultural. Siento que luego de todo un largo proceso hemos ganado respeto y hemos dado a conocer nuestro arte, no solamente en Perú, también a otros países”, relató la artista shipiba.
Asimismo, relató la complicada situación que vivió, tanto a nivel personal como comunal, con la pandemia del Covid-19. No solo porque luchó en primera persona contra la enfermedad, sino porque económicamente la paralización les afectó en otros aspectos. “Económicamente nos chocó, pero como mujeres artesanas no nos hemos quedado atrás, y hemos vendido nuestro arte también para poder apoyar a las comunidades. Ese es el corazón amazónico, que nunca es odioso, que no discriminada y siempre está ahí. Con mis madres artesanas hemos buscando la forma de salir adelante y estamos vendiendo nuestras artesanías y mascarillas por Facebook”, les contó Silvano.
El arte como “fuente de energía”
Para Brus Rubio, artista Murui, originario de la comunidad de Pucaurquillo, en Loreto, “la pandemia ha sido una prueba, una madre que ha golpeado la conciencia de cada uno”. Asegura que, gracias a las amistades que ha venido sembrando con el arte como centro, ni él ni su pueblo se han sentido solos en medio de la emergencia. “Hay amigos en el pueblo, amigos en la capital y gente que nos aprecia, respeta y va aprendiendo de nuestra cultura. Ese ambiente ha sido fortalecedor para mí, porque era parte de la comunidad artística y no me he sentido solo, al contrario ha sido visible nuestra fortaleza y unidad que se ha sembrado a través del arte”, aseguró.
Asimismo, compartió reflexiones profundas: “Como artista se ha logrado un respeto mutuo con los sabios, estoy organizando murales con los niños, talleres y terapias con las familias porque esta pandemia ha golpeado al centro de las personas. En Pucaurquillo han muerto varios sabios y gente que debatía en las asambleas, entonces el pueblo ya no tiene cabezas que debatan y saquen adelante al pueblo, pero necesitamos reestructurarnos y conectar con nuestros sabios, ellos son fuente de bendición y encaminan nuestros pasos”.
En referencia a sus creaciones Rubio afirmó que, a través de su arte, busca analizar “la historia de nuestros pueblos, la parte religiosa de la Iglesia, y al mismo tiempo contextualizo cómo nos hemos comportando en este contexto trágico, este pedacito de tiempo de la vida”. El espíritu es, para el artista loretano, la clave para salir adelante “sin perder lo que está arriba, que es nuestra fortaleza, y lo que está en la tierra para comer”. Y dos últimas ideas: “Debemos entrelazarnos y agradecer lo que se nos da para seguir siendo fuente de energía para todo nuestro pueblo”.
Pueblo Harakbut, cuna de artistas
El líder indígena Luis Tayori, de la Comunidad de Puerto Luz, es uno de los impulsores y defensores de la cultura de su pueblo y desde la coordinación de la Pastoral Indígena, convocó al grupo artístico del pueblo Harakbut. Explicó a los artistas y demás invitados que “el pueblo Harakbut es cuna de artistas, aunque no tenemos estudios en Bellas Artes, tenemos el conocimiento ancestral de nuestra pintura corporal y algunos recursos profesionales que podíamos fusionar y, así, es que nace esta iniciativa colectiva, con los jóvenes que migran de la comunidad Puerto Luz y Shintuya, buscando posibilidades de estudios y trabajo en la ciudad”. De esta manera surgió el grupo “ETOCHIME” que, en Harakbut, significa “nuestro origen”. Ahora el anhelo es formalizarse como grupo o asociación para “seguir expresando y preservando nuestra cultura y manifestando al mundo quiénes somos”. Y, desde la Pastoral Indígena, incorporar a otros hermanos de diferentes etnias que, a través del arte, muestran su identidad.
Este encuentro es el primero de una serie de reuniones que se realizarán en los próximos meses entre el grupo ‘Etochime’ de artistas Harakbut y diferentes representantes del arte amazónico peruano y contó, además, con la participación de María Eugenia Yllia como moderadora, quien es historiadora del Arte, Magíster en Museología y con amplia experiencia en exposiciones de arte amazónico.